Atrincherados en los camerinos del teatro del pueblo, tres amigos, HUGO, LUCAS y PABLO, buscan refugio de lo que está sucediendo al otro lado de la puerta: el velatorio por la muerte de SANTIAGO, el cuarto amigo, el cual trabajaba como personal del teatro.
 

Afuera, alrededor del ataúd, los sándwiches variados, las camareras que llevan las bebidas, la música ambiental, las gentes del pueblo que lloran con lágrimas de cocodrilo.
 

Dentro, los tres amigos: HUGO es el único que se fue del pueblo a Madrid, el que rompió el círculo, el que mira de lejos; los otros dos, LUCAS y PABLO, se revuelven en la rutina polvorienta y repetida como una oración. Todo se quiebra por la muerte absurda de SANTIAGO y la vida se rompe, cambiando los caminos establecidos.